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En cuanto al Campeonato:
Lo primero que hizo la organización es llamar por megafonía a cada participante y entregarle una tarjeta amarilla en la que ponía un código único de participante formada por una letra que indicaba el grupo (A o B) y un número, el reglamento en holandés y una tabla que ahora explicaremos.

La primera de las rondas consistía en jugar cuatro partidas, cada una en distintas máquinas. La primera columna de la tabla era la del número de partida. (1, 2, 3 o 4), así por megafonía te podían avisar de que por ejemplo ahora se iba a jugar la primera partida del grupo A, y tu entonces tenías que buscar tu máquina y esperar a tus contrincantes.

La segunda columna de la tabla era el número de máquina a la que ibas a jugar. Las máquinas de competición estaban numeradas, habiendo en total unas 20, entonces por sorteo, cuando te entregaban el cartón tu tenías escrito a que cuatro máquinas ibas a jugar.

La tercera de las columnas de la tabla indicaba la posición en la que jugarías en esa máquina. Todo estaba pensado de forma que cuando acabasen las cuatro partidas tu hubieras jugado una vez en la primera posición, una en la segunda, una en la tercera y otra en la cuarta.

Básicamente te enfrentabas contra otros tres jugadores en la máquina que te había tocado a suertes, y entonces, según como habías quedado obtenías una cantidad de puntos. Si de los cuatro eras el primero, obtenías 9 puntos, el segundo conseguía 5, el tercero 2 y el cuarto ninguno.

Otra cosa bien pensada es que en cada máquina te enfrentabas contra jugadores distintos, de forma que se hacía más justo porque así competías contra más gente y no dependías tanto de que te hubieran tocado los buenos. Pero yo creo que el factor más determinante fue si te habían tocado máquinas que conocías o no, y en este sentido, ni Juaney ni yo tuvimos mucha suerte. Aparte de los nervios que también jugaron alguna que otra mala pasada.

Los ajustes de las máquinas de competición eran precisamente el configurar la máquina en modo competición, a tres bolas, algunas máquinas incluso con la bola extra desactivada (The Addams Family). Y en general, la falta bastante relajada. Y es que como Juaney decía las máquinas ‘se dejaban querer’.

Mi primera máquina fue una ‘Lost in Space’ (Sega 1998), y lo bien cierto es que yo si que estaba perdido en ella. Jugué en segunda posición, en una máquina tragona y antipática, primera bola pasillo exterior izquierdo sin tocarla, segunda y tercera por el centro sin apenas haber podido jugar. Quedé tercero, y lo bien cierto es que creo que podía haber hecho algo más. Todos hicimos puntuaciones muy similares salvo quien ganó, que si se distanció gracias a un multiball. Esa máquina no se portó bien con nadie.

Mi segunda, una ‘The Champion Pub’ (Bally 1998) una máquina muy divertida a la que había jugado antes una única partida en Madrid hacía unos seis meses. Como tenía tiempo, me entrené con una de fuera del campeonato y se me dio muy bien, pero cuando me toco jugar lo hice realmente mal. Jugaba el primero y quedé el último.

Mi tercer pinball fue una ‘Circus Voltaire’ (Bally 1997) una máquina espectacular, con un potente atractivo visual, pero a la que también había jugado solamente una vez. Circus Voltaire es una máquina con un tablero bastante despejado, pero algo enrevesado y muy cambiante al que es muy difícil acostumbrarse. Es difícil acostumbrarse a sus tiros y a su juego, cuesta controlar la bola, los pasillos interiores y exteriores son diferentes a lo habitual y además cuesta ver la bola cuando va por ellos, las desembocaduras de las rampas son muy cercanas a los flippers o en el centro del tablero, los bumpers están bajos y la máquina está llena de elementos móviles y cambiantes. Además la Circus Voltaire del campeonato era la única que tenía la falta mal configurada, incluso en juego normal, sin mover la máquina y siendo cuidadoso, me pitó falta. Esto también lo sufrieron mis compañeros de ronda. Jugaba cuarto y quedé tercero, nuevamente con los marcadores muy ajustados con respecto al segundo.

Mi último pinball en competición fue una Revenge from Mars y en esta máquina si que me resarcí de todas mis penas. Era la máquina que mejor conocía de todas las que me habían tocado en suerte, aunque mi conocimiento tampoco es profundo pues no hay ninguna en mi ciudad y la más cercana que conozca está a unos 150 kilómetros de mi casa. El caso es que todo fue bastante curioso pues antes de empezar la última ronda la organización dio un descanso en el que se podían usar las máquinas de competición, así que yo lo aproveché para jugar unas cuantas partidas con otras personas y en esas partidas la cosa fue bastante mal, de hecho quedaba el último siempre. Cuando llegó la hora de jugar llegué a la máquina y vi que alguno de los que había jugado conmigo antes y me había ganado estaba allí. El tipo se alegro al verme, debió pensar que era pan comido. El caso es que empezamos a jugar y todo se me estaba dando bien, las bolas parecían que iban al centro pero luego se salvaban, los tiros salían sin dificultad, los puntos subían y subían al marcador y creo recordar que con la primera bola ya me hice 150 millones, un poco menos de lo que se haría el segundo con las tres bolas. Como ya he dicho la gente era bastante maja, y hubo quien se alegró y me felicitaba por el partidón que estaba haciendo, pero al amigo con el que ya había jugado antes le cambió la cara, estaba sorprendido y cabreado. Fue genial y creo que llegué a los 350 millones. Bueno, por si no lo he dicho ya, en esta gané :-)

En cuanto a Juaney, el jugó a la Viper Night Driving (Sega 1998), una máquina muy rápida que no tiene bolas de hierro, siendo todas de goma por tanto mucho más ligeras, y de color amarillo fosforescente. Una máquina de un aspecto visual muy extraño y distinto. Quedó tercero. También jugos a la Medieval Madness, máquina en la que jugo bien pero contra unos autenticos wizards que le impidieron quedar en mejor posición, así que volvió a quedar tercero, menos mal que al día siguiente se resarciría de esto. Luego jugó a Twister, máquina en la que quedó segundo, y finalmente y tras sufrir unos problemas con otras máquinas tuvo que jugar a Congo, en donde volvió a quedar segundo.

En los ratos muerto y tras la competición aprovechamos para jugar al resto de máquinas. Por regla general su configuración era bastante generosa, con 5 bolas por partida, una falta muy permisiva e incluso con la posibilidad de hacer varios replay en una sola partida. Medieval Madness, Scared Stiff, Indiana Jones, The Addams Family, Circus Voltaire, The Champion Pub, No Good Gofers, The Shadow, Theatre of Magic, Star Treck: The Next Generation, NBA Fast Break o la mismísima Cactus Canyon fueron algunas de nuestras víctimas.

Personalmente dejé huella en Cactus Canyon, que es un divertido pinball, sencillo pero completo y nada aburrido, y sobre todo muy, muy bonito, con elementos como un tren que se mueve. Un buen colofón de la era DMD de Williams que a la que está máquina representa muy dignamente; ágil, muy estética, con algún juguete novedoso, bien iluminada, buen sonido, y divertida, muy divertida.

También la dejé en The Addams Family, sin ninguna duda uno de los mejores pinballs de todos los tiempos, lider en ventas, en recaudación, y en diversión.

Jugué bastante bien el la Revenge from Mars, pero Juaney lo hizo aun mejor. Su mejor partida rondó los 600 millones, bloqueó a unos cuantos espectadores a los que dejó hipnotizados y llegó a la fase final, en donde empezó a bombardear a naves que se escapaban. Revenge from Mars es sin ninguna duda otra gran máquina muy bonita y divertida, pero sobre todo con un sentido de humor extraordinario que incluso los no angloparlantes entienden.
Medieval Mandes también nos sufrió pacientemente, pero de eso hablaremos después.