2º Día, Todos juntos, empieza el torneo!

Hay formas y formas de empezar un buen día, y de verdad os digo hermanos míos que hacerlo desayunando en un Parador de Turismo es de las mejores, sobre todo después de la frugal cena de la noche anterior: un bufet libre con huevos fritos o revueltos, bacon, salchicas, pan de varias clases, embutidos de todos los tipos, bolleria variada, churros, mermeladas variadas, cereales, productos dietéticos, zumos de varias clases, café o té, por un 'módico' precio de 9 Euros que supimos amortizar con creces.
Bien comidos y una vez que contactamos con Magnaball, uno de nuestros anfitriones avulénses, nos dirigimos a pie hacia la tienda de informática donde trabaja para ir todos juntos hacia la sede del torneo. Magnaball, informático, DJ y pinbalero tampoco tenía tatuaje visible. Mientras esperábamos a que Juaney, Gonzalo y Magnaball fueran a buscar los vehículos para el traslado, mis pantalones volvieron a vibrar. Era mi ya viejo amigo y casi paisano Inderman, de Ciudad Real, que nos esperaba en una dirección equivocada, por un error tipográfico en la web del torneo. Cuando llego hasta la puerta del local vino acompañado de Oni, de Barcelona, que llevaba encima unos 600 kilómetros de coche pero ningún tatuaje.

No voy a mentir, la sede del torneo no era lo que me esperaba, me había imaginado el vestíbulo de un hotel tipo Las Vegas con mucho neón y glamour y filas interminables de pinballs relucientes escupiendo luces y música en los que jugaban conejitas de PlayBoy. Pero esto es España y yo había tomado mucha azúcar en el desayuno, así que el choque con la realidad fue brutal: un sótano con luz escasa, pinballs apagados llenos de polvo y J-REX esperándonos, nuestro otro anfitrión. ¿eso nos echó para atrás? Pues no… habíamos venido a jugar no a ligar con conejitas ni a ponernos morenos. Así que encendimos unos cuantos pinballs para dar ambiente, los limpiamos un poco y comenzamos los calentamiento.

Poco después llegaron el resto de participantes: el Gran Paturlas, de Alicante y también sin tatuajes, aunque con muchos kilómetros de tren y cara de cansado (para despistar) y poco después Toni y Manuel & Family con el pequeño Guille, el participante mas joven, todos de Madrid. En total 16 personas, 19 si contamos la familia de J-REX, su mujer y sus dos preciosas hijas, que hicieron un breve aparición también.

La mañana la pasamos entre saludos, conociéndonos un poco, charlando de pinballs y meneando unas cuantas mesas, vamos… lo que se podría llamar un aterrizaje. A eso de las 3 nos decidimos a ir a comer algo al Mesón del Jamón: una ensalada y un cinta de cordero con patatas (en Ávila tienen unos corderos muy raros, con un curioso parecido a cerdo). Lo mejor de la comida sin duda fue la charla, las anécdotas (¿un pinball como caja fuerte?), las múltiples formas (casi todas de dudosa legalidad) que nos explico Magnaball para sacar partidas gratis y el numero de veces que le han echado de un recreativo por 'ser demasiado bueno'.

En fin… que llegamos al sótano calentitos y con unas ganas terribles de comenzar el torneo. Y después de organizar los grupos y poner algunos pinballs apunto en una lección magistral de Toni comenzamos.

Participantes: 11, en tres grupos: Oni, Inderman, Manuel y Gonzalo en un grupo, Paturlas, Juaney, Toni y yo mismo, en otro y los restantes, Magnaball, J-REX y Perimaton en el tercero. Mientras los anfitriones se iban a por unas cervezas, el primer grupo empezó con la TZ mientras nosotros comenzamos con la Drácula. Oni empezó pronto a destacar con la TZ, algo increíble teniendo en cuenta que 5 minutos antes de empezar le estuve contando las reglas un poco por encima, un monstruo si señor. Tampoco Gonzalo lo hizo mal del todo, aunque un poco corto teniendo en cuenta que en su casa tiene un par de TZ para entrenar. Pero es que esta máquina en concreto se encontraba con un nivel de inclinación bastante bajo, algo que perjudicaba a los que normalmente jugamos con un nivel de inclinación mas acentuado. Mientras tanto nuestro grupo se peleaba con la Drácula, que comenzaba a dar fallos. Después de iniciar dos partidas y de intentar arreglarla se decidió sustituirla por una Whinter Water, una máquina preciosa, todo hay que decirlo. Después de ver jugar a Juaney, Paturlas y Toni… maldije mi suerte, desmoralizador jugar con tipos que parecen que duermen con el pinball bajo el brazo… en fin, la sorpresa la dio Paturlas, que pese a su cara de cansado nos dio un repaso a todos con sus 838 millones, bastante lejos de los 366 de Juaney, que ya son, ya… aunque se oyeron voces que sugerían linchar a Paturlas o al menos romperle los dedos, la propuesta no fructifico imperando el juego limpio.

Las partidas se fueron sucediendo a lo largo de la tarde. El tercer pinball en entrar en juego fue la (odiosa) Fish Tales en la que dominó Gonzalo mientras Juaney se hacía con el primer puesto de la TZ con una de cal y otra de arena, con la mejor y la peor partida del torneo consecutivamente. A estas alturas Oni y Gonzalo dominaban el primer grupo, Juaney y Paturlas el segundo y Magnaball el tercero, al resto simplemente nos dejaban animarles y abrirles las cervezas.

A media llegó una sorpresa, Agustín, un señor de lo mas dicharachero que nos trajo una de cal y otra de arena. Trajo un preciosa electromecánica de Maresa, la "Ye-Ye Club", con la que todos nos quedamos embobados y me dió una puñalada trapera al opinar que yo era el único lo suficientemente 'mayor' para poder haber jugado con ella. Digamos que es un comentarío injustificado y que tardaré en olvidar, pues mis 16 años (en cada pierna) certifican que yo no pude haber jugado con ese pinball, al menos en el año que se fabricó. Eso si, la mesa una preciosidad que incluso tenía el backglass animado. La pena es que no nos atrevimos a ponerla en marcha, nos podíamos quedar sin luz, algo que ninguno estaba dispuesto a asumir.

Ya de noche algunos de los participantes empezaron a desertar obligados por las familias, circunstancias y/u obligaciones variadas, así que a eso de las 10 se dio por finalizada la primera jornada del torneo.
Algunos fuimos a comer al restaurante "Las Murallas" donde me toco un decepcionante medio chuleton (decepcionante no por no estar rico, sino por que mi hambre desbordada se lo había imaginado de unos 10 kilos de peso y metro y medio de largo). Mientras para algunos la noche acabó prematuramente en el hotel por el cansancio de la jornada, otros se fueron a ver como DJ-Magnaball hacía bailar a pandillas de yogurinas histéricas, todo un espectáculo según se comenta.